Chuso Ordi
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El Estafador

Colabroración semanal con los textos de Gabriel Bravo (Editorial Morsa) en la revista on-line El Estafador

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¿Quién le iba a decir a Jacques Brel que sus lágrimas tenían algo de Virgen dolorosa? Tan pulcro en palabras, tan afectadas como quien dice la verdad.

“No voy a llorar
No voy a hablar
Yo me ocultaré
para mirarte
bailar y sonreír
Y escucharte
cantar y después reír
Déjame volverme
la sombra de tu sombra
la sombra de tu mano
la sombra de tu perro
No me dejes… “

Ne me quitte pas eran sus palabras, después de mirar a la camara con una emoción casi pornográfica, repitiendo un gesto negativo del que no podemos huir, otro Arrebato de gesto certero. Jacques con su ojos pequeños y su boca grande, con su rostro esculpido a golpes de historia. ¿Cuál será su historia? Jacques, el niño suplicante. Y de nuevo, sus palabras:

“Yo te ofreceré
perlas de lluvia
venidas de países
donde no llueve.
Yo escarbaré la tierra
hasta después de mi muerte
para cubrir tu cuerpo
de oro y de luz
Yo haré un reino
Donde el amor será rey
Donde el amor será ley
Donde tú serás reina.
No me dejes…”

Jacques como Magdalena al pie del calvario y su gran amor una espina punzante como la vieja rueca oxidada. Jacques vulnerable, Jacques sudoroso, Jacques, el actor, sin ningún miedo confiesa al mundo sus miserias,con el corazón atravesado por una daga, ya conocida por todos. Penas de amor en blanco y negro. Se dice que todas las penas se curan con el tiempo pero el tiempo ha abandonado a Jacques con sus lagrimás inmóviles como las tallas religiosas. No compredemos por qué sonríe, debemos leer en sus labios como si fuera sordomudo. Mal de amores y la sombra de tu perro. Pobre Jacques Brel con lo fácil que hubiera sido decir: No gracias, lo dejé hace tiempo. El puto amor hecho a remiendos no entiende de suplicas. Quizás porque siempre dejamos lo que nos pesa hay cosas que nunca podemos abandonar.