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Otro cuento triste de Navidad
En el centro de una habitación bajo un mapa hay unos cuantos regalos. El amigo invisible como cada año en el centro de la misma habitación. Todos tienen un coste mínimo, todos han sido seleccionados pensando en la persona que les ha tocado por azar, todos son una sorpresa menos uno. En el centro de la habitación bajo un mapa de aquellos que se colgaban delante de la pizarra, siempre hay un pequeño regalo envuelto en un triste papel navideño. Todos esperan que ese año no esté, por aquello de la esperanza, pero siempre está allí, debajo del mapa. Esconde una figurita horrorosa comprada siempre en el mismo chino: un hombre de nieve, un Papa Noel, un angelito pinza, una campanita, un osito, un muñeco de plástico o cualquier chorrada semejante. Este año también el pequeño regalo siniestro está debajo del mapa de España, protegido por su geografía. Todos, después de levantar el mapa y de apoyarlo en una silla, observan el pequeño regalo envuelto en un papel sin gracia. Todos temen que el pequeño espantajo este año les haya tocado, se miran unos a otros preguntándose por su extraña suerte. Todos van recogiendo su regalo, se sonríen al ver que el pequeño cartelito donde aparece su nombre no está sobre el regalo no deseado. Todos en el centro de la habitación satisfechos muestran sus regalos como trofeos con gran alegría. Allí ha quedado en el centro de a habitación olvidado el pequeño regalo, como el soldadito de plomo en aquel antiguo cuento de Oscar Wilde. Todos se miran comprobando a quién le falta su regalo entre las manos. En el centro de la habitación una secretaria que ha trabajado duro todo el año aguantando las impertinencias de todos, no tiene ningún regalo en sus manos. Se mira hacia dentro intentando no llamar la atención de sus compañeros, abochornada no se ha atrevido a cogerlo.
Una vez más el regalo ha quedado allí, olvidado, esperando ser recogido por la vieja limpiadora en el centro de la habitación.
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