Un sofá y una casa en la playa. No hay pies dentro todos están fuera. El humo entra por la ventana, entre el bambú y una enredadera. El humo entra por la ventana porque todos están afuera. Alrededor de una mesa jugando a no me mires que me parto, no me hables que divago, no me mientas que yo todo lo sé. Juegos alrededor de una mesa donde son solo seis. La luna hace tiempo que pasó de largo, se fue con su bruma en busca de Lorenzo que ese día parece que se retrasa.
Humo de ida y vuelta que pasa de mano en mano, y nunca queda. Humo ruidoso entre olas de nicotina en una garrafa encendida. Humo como lagartijas escondidas. Humo animado, humo milagro, humo vida. El humo se queda allí otra noche más, entre bocas y manos, rezando oraciones para salvar el mundo. Plegarias no atendidas en los ojos de los gatos que ni siquiera maullan. Una noche en un segundo, una noche eterna de la que solo las pavas fueron testigos, y el mar que al final se lo llevó todo. Como el viento en esa vieja película.
-No Ana, no era esa . Ten cuidado que te quemas. Bajate de la parra, que me voy a dormir.
-Y ella se quedó allí.